Crónica de la visita pastoral del Arzobispo don Carlos Escribano a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de María de Huerva.
Este domingo culminó la visita pastoral realizada al arciprestazgo cariñena, en la comunidad parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de María de Huerva, quien ha vivido una jornada llena de alegría y gracia con la visita pastoral del Arzobispo de Zaragoza, don Carlos Escribano.
La visita culminó con la solemne celebración de la Eucaristía dominical a las 12:30 del mediodía, en un templo lleno de fieles que quisieron compartir este momento tan especial.
En el marco de esta celebración, ocho jóvenes recibieron el sacramento de la Confirmación. De estos, seis pertenecen a la parroquia de María de Huerva y dos a la comunidad de Cadrete, lo que añadió un matiz de comunión entre ambas localidades. Fue un momento de profunda emoción para las familias, catequistas y toda la comunidad parroquial, que han acompañado a estos chicos y chicas en su camino de fe.
Durante su homilía, don Carlos animó con cercanía y calidez a todos los presentes a seguir siendo testigos vivos del Evangelio en la vida cotidiana, especialmente en un mundo que tanto necesita de la luz y la esperanza cristiana. Dirigiéndose de manera especial a los confirmandos, subrayó que recibir el sacramento de la Confirmación en la solemnidad de la Ascensión del Señor es una gracia particular, pues este día recuerda cómo Jesús, al ascender al cielo, prometió el envío del Espíritu Santo a sus discípulos.
El Arzobispo invitó a los jóvenes a acoger con entusiasmo ese mismo Espíritu que les fortalece y les impulsa a vivir su fe con valentía. Les animó a ser cristianos comprometidos, a no tener miedo de dar testimonio y a confiar siempre en la fuerza transformadora del Espíritu Santo.
Al finalizar la celebración, la comunidad expresó su gratitud al Arzobispo por su presencia y cercanía. Su visita ha sido un signo de comunión eclesial y un impulso renovado para la vida parroquial, que sigue caminando con esperanza, guiada por la fe y fortalecida por la presencia del Señor resucitado.
Una jornada memorable que, sin duda, quedará grabada en el corazón de todos los que la vivieron.
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